1 de mayo de 2008

CAOS

En nuestra sociedad el ser humano disfruta de una libertad condicionada, inhibida por la represión ideológica de múltiples grupos y de la intolerancia que les caracteriza. El libre albedrío se establece como un derecho fundamental en el desarrollo individual, pero siempre se ve censurado de algún modo por el entorno y todo aquello a lo que se refiere: política, religión, desarrollo económico del país correspondiente, situación familiar, etc… Por todos estos motivos la libertad humana es contradictoria, ya que el término lleva implícito un mensaje de independencia, que contradictoriamente, valga la redundancia, se ve trastocado por la represión antes comentada que modifica los márgenes del significado o sentimiento que representa la libertad, en sí misma.

Pero, ¿esto nos afecta a todos? La respuesta es sí. Todo ser humano, desde que nace hasta su muerte es víctima de tendencias, amistades y movimientos ideológicos que abarcan desde las más irrelevantes modas pasajeras hasta aquellos que condicionan el pensamiento de cada individuo de una forma tajante, y que se arraigan de tal manera que pueden permanecer fácilmente de por vida, porque las mentalidades cambian siempre como consecuencia de unos hechos y nunca en el sentido inverso. Un ejemplo claro de estos acontecimientos tremendamente influyentes son las guerras, porque dudo mucho que alguien que esté a las Puertas del Infierno, pueda desgrabar de sus retinas las llamas que lo envolvían.

Supongo que el ser humano, como entidad/grupo posee una estructura que dista mucho de ser sencilla, y que escapa a la inteligencia de un servidor. Pero, ¿por qué ha de ser todo así? ¿Quién dicta esas leyes? Pienso que son preguntas que lo único que hacen es repetirse en mi cabeza como un eco incesante que carece de fin, e incluso dudan de haber tenido un principio. Sin embargo sólo soy capaz de ver que la complejidad muchas veces deriva en la desorganización, lo cual se puede apreciar en la cultura capitalista de la que muchos nos beneficiamos y muchísimos otros más la padecen en silencio, pues apagamos sus voces cada vez que intentan hacerse escuchar, y volvemos la cabeza cada vez que pretenden hacerse notar. Tendemos a autoprovocarnos una ceguera concreta hacia determinadas situaciones de nuestro entorno, y nos refugiamos en nuestra mentalidad consumista que evoca la influencia del medio en el que residimos, o mejor dicho, nos toca vivir, ya que la mayor parte del mundo carece del privilegio del derroche incontrolado, de las bodas multitudinarias, del mundo de reyes y princesas de la televisión y del corazón, del dinero y del amor libre en todas sus vertientes… de la libertad en el más amplio espectro posible.

¿Por qué ha de ser todo así? ¿Quién dicta esas leyes?

La aparente jerarquización de nuestra sociedad, la mentalidad de las clases sociales; el deseo de prosperidad que reina en las urbes de los países desarrollados, víctimas del egoísmo de sus habitantes que viven cubriendo incesantes necesidades superfluas… en realidad significa “Caos”… sí, el Caos. Porque el éxito de nuestro mundo es apariencia, imagen, superficialidad… Porque adoramos la estética, lo bonito; y si algo nos desagrada, tendemos a ignorarlo, a darle la espalda como bien dije anteriormente, y a pesar de que nosotros podemos no vivir en la Mierda, hay otros que viven de la nuestra, pero eso, como no nos gusta… Somos libres, sí, pero, ¿alguien puede negar a qué precio? Como dijo Enrique Tierno Galván en su día:
“Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad”.

Hemos tenido suerte
; suerte por dónde vivimos y por lo que ahora tenemos o podremos llegar a conseguir. Pero no somos conscientes de eso, creemos que en nuestro bienestar está la clave y no que hay gente en peores condiciones que nosotros, sino que la hay con mejores recursos; y no pensamos que formamos parte de algo que abarca más de lo que te alcanza la vista. Formamos parte de la Humanidad, y deberíamos creer que algún día tendremos TODOS las mismas posibilidades… Soñar es gratis, ¿acaso alguien me va a cobrar por ello? Pero la pasividad no es algo que nos beneficie. Siempre creí que aquellos a los que no les gusta su vida, han de luchar por cambiarla… pero necesitan ayuda en este mundo complejo, tan rico en matices, en variables inesperadas e ilimitadas, infinito en posibilidades, y a la vez lleno de carencias y desigualdades sociales. Nosotros debemos ayudarles, pues a veces nuestra felicidad no se determina por lo que poseemos o lo que somos, sino por la gente que amamos y que queremos que sea feliz, y hacemos lo posible por que sus lágrimas no empapen, y que su sangre nunca tiña el suelo que pisamos…

¿Cuál es el límite de nuestra hipocresía?




2 comentarios:

  1. Bueno Alexis, inaguro Blog y creo que estreno el tuyo jejeje. Dejo que hagas lo propio si no se te adelantan. Soy Patry (EOI) aunque te daras cuenta nada más entrar. Venga besines jeje. Nos leemos ;)

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  2. Si me lo diste tú manguanin jaja. Vaya cabeza que tienes :P

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